Suecia y Alemania, laboratorios de la abolición y la regulación de la prostitución
Castigar por ley al cliente o regular el servicio obtienen resultados dispares

La fiscal del Tribunal de Distrito de Estocolmo, Paulina Brandberg, ha presentado esta semana la acusación formal contra cuatro proxenetas que en mayo de 2020, calculando una demanda aumentada por el confinamiento, introdujeron ilegalmente en Suecia a través de países del este a ... 40 mujeres, 5 de ellas menores, procedentes de Rumania, Nigeria y Colombia, con el objetivo de prostituirlas. Desde 1999, la legislación sueca considera a las prostitutas como víctimas de la violencia de género y, como tales, fueron liberadas e internadas en clínicas de desintoxicación en las que se recuperan de su drogadicción. Los 28 clientes detenidos en la Operación Bacalao fueron condenados a varias penas de prisión, entre ellos el ex boxeador Roberto Paolo, que además fue despedido del programa de televisión que presentaba y pasó cinco meses en la cárcel. Sveriges Radio sigue un juicio de gran notoriedad porque la prostitución prácticamente ha desaparecido en el país desde su abolición. El Instituto de Estadística de Suecia estima que menos de 600 mujeres ejercen hoy la prostitución en un país de 10,23 millones de habitantes. En las calles de Estocolmo, la cantidad de prostitutas se ha reducido en más de dos tercios y la de clientes en un 90%. En otras ciudades suecas, es ya inexistente. Desde 2018, una persona que pague por sexo puede ser condenada por violación si la que vende su cuerpo lo hace coaccionada u obligada.
Mona Sahlin, líder del Partido Socialdemócrata sueco, considera que esta legislación es la consecuencia lógica de la llegada de mujeres a cargos relevantes en el poder ejecutivo, legislativo y judicial. «Ahora el sistema ve también la prostitución desde el punto de vista femenino, como un acto ilícito en el que un hombre paga por adoptar una posición de dominio sobre una mujer, algo impresentable en una sociedad del siglo XXI», dice, aunque reconoce que, si bien la prostitución ha desaparecido en el territorio nacional, han aumentado los viajes con objetivos sexuales en los que los suecos nutren la clientela de la prostitución en otros países. «Ahora es un negocio de mayor riesgo y más minoritario, las mafias invierten más en permanecer ocultas y los precios son más elevados», dice el jefe de policía de Estocolmo, Anders Olofsson.
La legislación sueca prevé actualmente multas o una pena de prisión de hasta un año para los clientes, pero la coalición de socialdemócratas y verdes en el gobierno está preparando una propuesta para dejar solo castigos de cárcel, según han avanzado los ministros de Justicia, Morgan Johansson , y de Igualdad, Åsa Lindhagen , en un artículo publicado en Aftonbladet. «Esto no solo supondrá sanciones más severas, sino que actuará como elemento disuasorio», afirman, adelantando también que la información sobre la persona condenada estará disponible para más autoridades y durante más tiempo. En otoño del 2019, el Parlamento sueco ya debatió esta cuestión, pero todos los partidos, salvo el Partido de Izquierdas, votaron en contra. Ahora, según la cadena de televisión SVT, al menos cinco de las ocho formaciones con representación parlamentaria estarían a favor de endurecer las penas.
Además, el Ejecutivo sueco se propone modificar la ley para castigar también a quienes contraten servicios sexuales en el extranjero. Según el último sondeo, el 9% de los hombres suecos afirmaron haber pagado por sexo y, de éstos, el 80% lo había hecho en el extranjero. «Todo el que compra sexo en el extranjero contribuye al tráfico humano», sostienen los ministros, que añaden que «el tráfico sexual es una forma de comercio de esclavos que ha de acabar». Y el principal país destinatario de estos viajes es la vecina Alemania, donde la prostitución está regulada desde 2002 pero igualmente sigue controlada por las mafias y la trata.
Desde 2017, «la ley establece que todas las personas que ejerzan como trabajadoras sexuales deben registrarse y obtener un carnet de prostituta, que contiene fotografía, nombre de la titular, fecha y lugar de nacimiento, nacionalidad, lugares en los que ejerce el trabajo sexual, período de validez y oficina de expedición. Se puede solicitar carnet con pseudónimo, pero con todos los demás datos personales mencionados, y el estigma de esta identificación oficial desincentiva que mujeres alemanas ejerzan la prostitución», explica la psicóloga Ingeborg Kraus , especializada en situaciones de prostitución, «la mayoría proceden ahora de Rumania y Bulgaria, no hablan alemán y no tienen el carnet porque ingresan en Alemania indocumentadas». «La situación de las prostitutas no ha cambiado, la regulación solo ha servido para eximir de responsabilidad a los proxenetas», lamenta.
A finales de 2019, 40.400 prostitutas estaban registradas en Alemania, en aumento en comparación con las 32.800 de 2018. En cualquier caso, la Oficina Federal de Estadística advierte que estas cifras solo cubren una fracción de las trabajadoras sexuales porque muchas siguen trabajando sin registro. Según la estimación oficial, hay hasta 400.000 prostitutas en Alemania, lo que convierte al país en el «mayor prostíbulo de Europa», según reconoce la prensa local. La primera evaluación de la regulación no está prevista hasta 2022. «Las cifras muestran que la ley no ha traído el éxito esperado», dice la portavoz de política de mujeres del grupo parlamentario liberal (FDP), Nicole Bauer, «la prostitución aumenta y sobre todo aumenta en negro, por lo que necesitamos más prevención y sanción de actos delictivos como la trata de personas». «Lo que sabemos es que los precios están bajando y que gran parte de la prostitución se ha trasladado a un sector precario», dice Karl Lauterbach, experto del Partido Socialdemócrata (SPD).
Lauterbach es uno de los 16 diputados, tanto conservadores como socialdemócratas, que han pedido la abolición en un documento en el que la definen como «trabajo inhumano, destructivo y misógino que las mujeres se ven obligadas a hacer […] Están a merced de sus proxenetas […] no es la reapertura de los burdeles lo que ayuda a estas mujeres, sino un puesto de formación o un puesto de trabajo digno que garantice su sustento».
«Las prostitutas son las parias de nuestra sociedad», dice una voluntaria de la asociación Amalie, que ayuda a mujeres que desean abandonar la prostitución con alojamiento, atención médica y cursos de alemán, «la inmensa mayoría, todas con las que yo he trabajado, son drogadictas o temen por su integridad o la de sus familias. Desarraigadas, trasladadas de un lugar a otro en contra de su voluntad de acuerdo a las condiciones de la demanda. En definitiva, son esclavas. No podemos negar los hechos, solo podemos mirar hacia otro lado o hacer algo».
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